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consumo moderado de vino es una característica
más en los países de la cuenca del Mediterráneo.
No sólo el tipo de alcohol consumido sino la
manera de consumirlo (muy diferente a como se consume
en los países del Norte de Europa) puede actuar
como protector de la enfermedad coronaria. |
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En
la historia
La historia del vino es tan antigua como la humanidad. Por ello
el vino ha imprimido un marcado carácter a las civilizaciones
y a los pueblos que han sabido elaborarlo y apreciarlo. El hombre
prehistórico sabía con toda seguridad cómo
elaborar vino, y los paleontólogos han encontrado fósiles
que parecen vestigios de orujo o uvas prensadas. Los más
antiguos escritos humanos, incluyendo las tablas de arcilla cuneiforme
de Babilonia, o los papiros del antiguo Egipto, contienen numerosas
referencias al fruto fermentado de la vid. La civilización
cristiana ha querido transmitirnos el simbólico concepto
de la creación del vino por Noé. Sin embargo, la
elaboración del vino fue una práctica corriente
en Oriente Medio y parte de la China (3000 años a. C).
Una de las cepas mejor conocidas en tiempos faraónicos
fue la Kankomet que se cultivaba en los viñedos de Ramsés
III (1198-1167 a. C.). El vino se menciona más de 200 veces
en la Bíblia, y el hecho de ser elegido por Jesucristo
como parte importantisima del ritual fundamental del culto cristiano
no hace sino reflejar con luz meridiana la importancia extraordinaria
que para los judíos de aquella época tenía
el vino.
Hasta el siglo XIX, la mayoría de los vinos que se consumían
eran siempre vinos del año debido a las dificultades de
conservación. Con Pasteur puede decirse que nació
la moderna Enología, que es en cierto modo la medicina
del vino.
En
la salud
El consumo moderado de vino es una característica más
en los países de la cuenca del Mediterráneo. No
sólo el tipo de alcohol consumido sino la manera de consumirlo
(muy diferente a como se consume en los países del Norte
de Europa) puede actuar como protector de la enfermedad coronaria.
El vino está presente en la mesa de la familia de una manera
habitual y no es extraño que lo prueben a edades tempranas.
El patrón de consumo de alcohol en Europa no está
tan ligado al entorno familiar y es más frecuente su consumo
excesivo en el fin de semana.
El papel del vino en la dieta Mediterránea se empezó
a sospechar a partir de lo que se llamó la “paradoja
francesa”. La mortalidad por enfermedad coronaria no era
la misma para un francés de Toulouse que para un norteamericano
de Stanford (California). En el sur de Francia la tasa de mortalidad
era mucho menor y se sospechó que el consumo de vino tenía
algún rol en la relación.
Aunque es difícil recomendar el consumo de alcohol conociendo
los efectos perjudiciales del mismo cuando se consume en cantidades
excesivas, existen numerosos estudios que relacionan el consumo
moderado de alcohol (sobre todo vino) con la enfermedad coronaria,
con la demencia, y con los altos niveles de glucosa después
de las comidas.
Los ancestros del Vino
La historia del vino es tan antigua como la humanidad. Por ello
el vino ha imprimido un marcado carácter a las civilizaciones
y a los pueblos que han sabido elaborarlo y apreciarlo. El hombre
primitivo ya sabía cómo elaborar vino, y los paleontólogos
han encontrado fósiles de orujo o uvas prensadas. Los escritos
humanos más antiguos, como las tablas de arcilla con caracteres
cuneiformes de Babilonia, o los papiros del antiguo Egipto, contienen
numerosas referencias al fruto fermentado de la vid.
La
importancia del Vino a lo largo de la historia
La tradición cristiana ha querido transmitirnos el simbólico
concepto de la creación del vino por Noé. Sin embargo,
hacia unos 3000 años a. C. la elaboración del vino
fue una práctica habitual en Oriente Medio y en parte de
China. Una de las cepas mejor conocidas en tiempos faraónicos
fue la Kankomet, que se cultivaba en los viñedos de Ramsés
III (1198-1167 a. C.). El vino se menciona más de 200 veces
en la Biblia, y el hecho de ser elegido por Jesucristo como parte
principal del ritual fundamental del culto cristiano no hace sino
ratificar la importancia extraordinaria que para los judíos
de aquella época tenía el vino.
El
Vino y la salud
Las calidades del vino que el hombre ha producido, a lo largo
de la historia, serían posiblemente consideradas menos
que mediocres para nuestros exigentes paladares de hoy. Haste
el siglo XIX, la mayoría de los vinos que se consumían
eran siempre vinos jóvenes, del año, debido a las
dificultades de conservación. Con Pasteur puede decirse
que nació la moderna Enología, que es en cierto
modo la medicina del vino. El vino es y será un auténtico
compañero para el hombre a lo largo de los tiempos, pues
un buen vino es una alegría para el corazón y un
solaz para el espíritu; y las regiones mediterráneas,
que fueron crisol de la civilización y también de
los grandes caldos; conservarán este patrimonio enológico.
El vino es una fuente de energía perfecta y fácilmente
asimilable por el organismo. Un vino de mesa proporciona 80 calorías
por 0,100 l. Estas calorías son usadas por el organismo
para el mantenimiento general y para la energía muscular.
Los efectos del vino en la longevidad humana son desconocidos.
Sin embargo, estudios estadísticos han demostrado que los
bebedores moderados son los más longevos, les siguen los
abstemios y por último los que beben con exceso.
En los países del área mediterránea, la dieta
se caracteriza por presentar alimentos como el aceite de oliva,
las legumbres, el pescado azul, abundante fibra vegetal y, sobre
todo, un consumo moderado de bebidas alcohólicas de baja
graduación. Todos estos factores, dentro de la dieta mediterránea,
han determinado, en los países que la poseen, una menor
incidencia de las enfermedades cardiovasculares y de los diferentes
tipos de cáncer respecto a los países nórdicos.
El vino contiene diversas vitaminas. Las cantidades, aunque moderadas,
complementan las necesidades vitamínicas diarias del organismo.
La vitamina C se halla presente en el mosto fresco, y durante
la fermentación, pero desaparece posteriormente. Sin embargo,
es hoy una práctica corriente y autorizada la adicción
de vitamina C al vino, poco antes de su embotellado, para conservar
mejor sus cualidades. La vitamina A se halla presente en muy pequeñas
cantidades, pero en cambio se hallan en el vino varias de las
vitaminas del complejo B. Así mismo, el vino contiene pequeñas
cantidades de hierro, por lo que es muy indicado en casos de anemia.
Es muy probable que, mientras haya hombres sobre la Tierra, el
arbusto de la vid siga, año tras año, a través
de complicados y todavía en parte ignorados procesos biológicos,
rindiendo el tributo de sus frutos a la inteligencia del hombre,
y recogiendo, entre sus apretados racimos, la esencia y el misterio
de la vida.
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