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| La
gran tradición mediterránea de jamones
y embutidos es probablemente de origen romano y griego,
y así lo demuestra que nombres como longaniza
y salchicha vienen de los embutidos romanos lucanica
y salsicius. A los griegos se le atribuye la invención
de la morcilla de sangre. |
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En
la historia
A lo largo de los tiempos, la carne fresca ha sido procesada,
y dentro de los distintos animales consumidos, el cerdo cobró
una especial atención, dado no sólo por su gran
capacidad reproductiva, sino también por el máximo
aprovechamiento de su carne, y la facilidad de almacenamiento
como tal o a través de embutidos. Asimismo el embutido
era una manera de aprovechar las peores piezas y desperdicios
diversos.
En la salud
El jamón ofrece un generoso aporte de vitaminas del grupo
B, como la B1, la B2 y, sobre todo, la niacina. Tan sólo
100 g de jamón proporcionan el 24% del consumo diario recomendado
de esta vitamina. Es rico en hierro, magnesio, zinc y calcio,
pero sobre todo en fósforo, aportando el 30% del consumo
diario recomendado. Cabe destacar que la grasa del jamón
ibérico tiene una característica importante: el
ácido graso mayoritario es el oléico, característico
del aceite de oliva. Esto facilita la producción de HDL
("colesterol bueno") en el organismo, reduciendo al
mismo tiempo el LDL ("colesterol malo").
El
origen de una tradición
Pocos
placeres culinarios tienen un origen tan popular como el del jamón
serrano. En efecto, fue la necesidad de curar la carne para conservarla
la que motivó, hace siglos, el origen de nuestros jamones.
La experiencia y la sabiduría artesana enriquecieron este
alimento del que, en ocasiones, dependía toda una familia.
Reconocido y disfrutado históricamente por nobles, cortesanos
y reyes, siempre mantuvo su vínculo con la cultura popular;
hasta nuestros días que continúa satisfaciendo los
paladares más exigentes.
Un producto al alcance de todos
Según una vieja leyenda, son tres los duendes virtuosos
que convierten al jamón, en un prodigio del arte gastronómico:
la imaginación, la experiencia y el tiempo. Un arte algo
más cercano, la comercialización del jamón,
comenzó a finales del siglo XIX. Desde entonces, la tradición
se ha unido a la tecnología y a la investigación.
El equilibrio entre artesanía, técnicas de producción
y distribución ha dado respuesta a la actual demanda. Gracias
a esta evolución, el consumidor de hoy se beneficia de
todas las garantías de servicio, precio y, sobre todo,
calidad.
El Jamón, energía natural
La dieta más sana, equilibrada y nutritiva es la mediterránea.
Y una referencia clave para disfrutar de esta dieta es el jamón
serrano. No sólo es sabroso y suculento, sino que sus propiedades
específicas lo definen como un alimento único en
el mundo. Ofrece un generoso aporte de vitaminas del grupo B,
especialmente la B1, la B2 y sobre todo, la niacina. Tan sólo
100 g de jamón proporcionan el 24% del consumo diario recomendado
de esta vitamina. De esta forma, cuando comes jamón estás
contribuyendo al buen funcionamiento de tu metabolismo y, sobre
todo, ayudando a prevenir ciertas enfermedades.
Contiene un 50% más de proteínas que la carne fresca.
Para hacernos una idea, 100 g de jamón serrano equivalen
al 33% del consumo diario de proteínas recomendado. Y son
estas proteínas las que favorecen el crecimiento y la renovación
de tejidos, por lo que el jamón serrano es especialmente
recomendable para niños y personas mayores.
Es rico en hierro, magnesio, zinc y calcio, pero sobre todo en
fósforo, aportando el 30% del consumo diario recomendado.
Pura energía. La grasa del jamón tiene una característica
importante: el ácido graso mayoritario es el oléico,
característico del aceite de oliva. Esto facilita la producción
de HDL ("colesterol bueno") en el organismo, reduciendo
al mismo tiempo el LDL ("colesterol malo"). El contenido
en colesterol total es de 70 miligramos por cada 100 g de jamón
(recordemos que el consumo máximo recomendado por la Organización
Mundial de la Salud es de 300 mg de colesterol por día).
Y debido a su proceso natural de elaboración (el jamón
serrano no lleva aromatizantes ni colorantes), su aroma y sabor
permanecen inalterables sin necesidad de una conservación
especial. Listo para comer.
¿Algo más? Sí, aporta alrededor de 200 Kcal
por cada 100 g, por eso es altamente recomendado en dietas modernas
de adelgazamiento. Gracias al jamón serrano puedes perder
peso, ganando en salud. |