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“Hoy
en día no sabemos bien lo que comemos, y podemos
encontrar cosas como: vacas locas, fiebre aftosa en
los cerdos, herbicidas y pesticidas en los vegetales,
manipulación genética de frutas y hortalizas
para mayor vistosidad (aunque al comerlos parecen goma),
mercurio en los peces, salmonela en los huevos...”
Aunque
los científicos y sanitarios dicen que hoy es
cuando mas sano se come. las cifras reales demuestran
lo contrario (como las "plagas" enumeradas
en el anterior párrafo). Las prácticas
actuales de ganadería y agricultura ponen en
peligro nuestra salud y la conservación del planeta.
La comida biológica cada vez atrae a un público
mayor, que busca la calidad y la conservación
de su salud.
Uno
de cada dos consumidores la apoya.
Esto
queda demostrado por una encuesta realizada en Gran
Bretaña, lo que supone un negocio floreciente,
sobre todo en países con un alto nivel de vida.
En EEUU en 2000 la venta de alimentos "bio"
dobló la de 1996. En la UE hay 4,4 millones de
hectáreas dedicadas a esta agricultura, un 3,23
% de la superficie total cultivada.
En
España hay unos 14.000 (1,66 % del campo cultivado)
agricultores "bio" y el número de granjas
es de 17.606 (1,29 % del sector).
En
España se mueven 72.500.000 € anuales. Es
uno de los países con menos producción
"bio". El mayor productor es Dinamarca que
en 2010 prevé tener todo el sector ecológico
Se
trata de evitar la sobreexplotación
Para
que un producto pueda llevar el sello "bio"
debe ceñirse a unas normas que están supervisadas
por el Consejo Regulador de la Agricultura Biológica.
El sistema ha de ser tolerante con el medio ambiente
y tener como finalidad evitar la contaminación.
Los agricultores no pueden usar pesticidas. mientras
que los ganaderos no pueden usar medicina sin fundamento
científico. Si un animal ha pasado dos tratamientos
antibióticos se le retira la condición
de "biológico".
Sopas
vegetales ricas en ácido salicílico
Este
modo de producción no justifica que los productos
sean saludables, o más seguros que los creados
por medio de industria. No existe evidencia científica
que lo demuestre. Desde que esta alimentación
resurgió en los 70 hay polémica sobre
su mayor saludabilidad y hoy en día se conservan
ideas en contra de esta alimentación. Lo único
que es seguro es que no son malos para el medio ambiente.
El bioquímico John Paterson asegura que el consumo
de estos alimentos disminuye el riesgo de sufrir infartos,
embolias y algunos cánceres, él y sus
compañeros han descubierto que ciertas sopas
elaboradas con vegetales "bio'' contienen seis
veces más ácido salicílico (precursor
de la aspirina) que las vendidas en los mercados. También
aseguran que son más ricas en vitamina c, hierro,
magnesio y fósforo. Gregorio Várela de
la Fundación Española de la Salud arguye
que no se ha podido demostrar ninguna diferencia en
el contenido nutricional.
Hongos
que producen sustancias cancerígenas
Anthony
Trewavas, bioquímico, asegura que el ácido
salicílico es adquirido por las plantas al ser
atacadas por organismos patógenos, debido a la
prohibición de usar pesticidas. Los hongos que
atacan las cosechas "bio" pueden producir
un aumento de proteínas que causan alergia, y
comenta: "Estos compuestos no tienen cabida en
la alimentación".
Gundula Meziani sostiene que cualquier tipo de comida
posee el mismo número de micotoxinas: "Los
ataques de hongos e insectos decrecen en los biocultivos,
debido a los fertilizantes y a la resistencia de las
plantas" también añade que "los
fertilizantes químicos obligan a la planta a
crecer, por lo tanto las paredes de las células
son más delgadas y propensas a las plagas".
No se puede afirmar que estén libres de pesticidas
Los
nutrólogos, aunque reconocen que los residuos
de productos químicos pueden ser menores en los
ecológicos, nada asegura que no contengan sustancias
naturales tóxicas, o incluso sustancias químicas,
ya que un suelo que ha sido fumigado, años después
puede conservar toxinas, como ha pasado en Alemania.
Escándalo en las granjas orgánicas
de Alemania
Hay
quien dice que debido a la alta demanda a la que está
llegando el mercado "bio" hay explotaciones
que no tienen en cuenta la calidad y usa en secreto
productos "prohibidos".
También
las grandes empresas están entrando en este círculo,
por lo que se teme que pueda llegar a convertirse en
una industria de nuevo.
A
un lado se sitúan los tecnooptimistas que opinan
que el cultiva del mañana será a través
de ordenadores, sofisticados métodos de producción
y manipulación genética.
Al otro, están los productores ecológicos
que desean volver a la agricultura tradicional en la
que la química es sustituida por métodos
tradicionales.
Aditivos
Los
alimentos son partes muertas de seres y, por ello, tienden
a descomponerse. En este proceso intervienen tres factores.
En primer lugar, los alimentos se secan, con lo que
pierden su color inicial, oscureciéndose.
Por
otro lado. las enzimas presentes en
los alimentos siguen actuando, y producen reacciones
que alteran de forma profunda su composición
química. Finalmente, los microbios (hongos o
bacterias) que se hallan presentes en los alimentos,
o que llegan a ellos a través del aire, se
desarrollan rápidamente, alterándolos.
Por
esto, desde el principio de los tiempos, la Humanidad
ha ido desarrollando distintos métodos de conservación
de los alimentos, es decir, distintas formas de minimizar
o paliar los efectos de su descomposición. Uno
de los métodos tradicionales de conservación,
conocido desde la prehistoria, es el salazón.
Con este procedimiento se logra una desecación
del alimento, lo que lo hace estéril a las bacterias,
aunque no evita que algunos hongos puedan crecer en
su superficie Al mismo tiempo, como el alimento se satura
de sal, se detienen las reacciones químicas en
las que intervienen los enzimas, pero esta incorporación
de la sal altera su sabor.
Como
muestra de la importancia de este método de conservación
en la Antigüedad podemos señalar que, en
la época de los cartagineses, aparecieron una
serie de pequeñas factorías de salazón
en la bahía de Cádiz. La población
de Puerto de Santamaría tuvo su origen en estas
factorías.
Refrescantes,
en yogures edulcorados y en productos dietéticos
para diabéticos, y el aspartamo (E951).
Los
aditivos no son. sin embargo, inocuos. La generalización
del uso de aditivos en la industria alimentaria ha alertado
sobre el riesgo de sobredosis de ciertos aditivos.
La dosis diaria admisible, determinada por experimentación
con animales, y que viene expresada en unidades de miligramos
por kilogramo de peso corporal, nos indica la cantidad
máxima diaria de aditivo que se puede consumir
sin efectos perjudiciales para la salud.
Por
ejemplo, la dosis diana admisible de sacarina es de
2,5 mg/kg. El problema, para los usuarios, es conocer
cual es la dosis de aditivos que estamos ingiriendo
diariamente. En el etiquetado de los productos se indican
los aditivos utilizados, pero no las cantidades. Por
otro lado, también se ha señalado que
se conocen mal las interacciones entre aditivos.
Finalmente
tampoco se conocen los efectos a largo plazo sobre nuestro
sistema inmunitario. Se sabe que cienos aditivos provocan
reacciones alérgicas en cienos individuos. Por
ejemplo, la tartracina.
E102. provoca reacciones alérgicas en un pequeño
porcentaje de las personas que son alérgicas
a la aspirina. Y usted igual piensa que la tartracina.
con ese nombre tan raro. es algo que no ha probado nunca.
Pues bien. la tartracina es el componente
principal del colorante alimentario que se utiliza en
las paellas substituyendo al azafrán.
Frente
a esta situación, cienos colectivos se han planteado
si realmente son necesarios algunos aditivos como. por
ejemplo, los colorantes.
Tomemos
el caso de los caramelos: no tienen color propio y.
si se colorean artificialmente, es para hacerlos más
atractivos. El uso de los colorantes como aditivos alimentarios
es. normalmente, innecesario: no tiene ninguna influencia
ni sobre la conservación del
alimento, ni sobre su calidad nutritiva. Si se utilizan
es porque los consumidores pensamos, consciente o inconscientemente,
que los alimentos deben tener un determinado color.
Una
Dieta equilibrada
La
clave de una dieta sana es que sea variada y equilibrada;
una correcta alimentación resulta fundamental
para mantener la salud y prevenir las enfermedades.
Las necesidades nutricionales (y calóricas) varían
de un individuo a otro, dependiendo del sexo, la edad,
el estado de salud y el nivel de actividad, pero la
mayoría de la gente necesita comer en la misma
proporción los alimentos de los distintos grupos
alimenticios.
Algunos alimentos deben consumirse regularmente y en
grandes cantidades, mientras que otros menos nutritivos
deben ingerirse sólo de vez en cuando y en pequeñas
proporciones.
Una
dieta equilibrada debe incluir alimentos de todos los
grupos alimenticios (hidratos de carbono, fibra, grasas,
proteínas, vitaminas y minerales) en proporciones
saludables. Asimismo, hay que tener en cuenta otros
aspectos, tales como ingerir una cantidad adecuada de
calorías y beber lo necesario. La dieta de las
personas que viven en países mediterráneos
puede servir como modelo de las pautas nutricionales.
Una
Selección Equilibrada y sana de Alimentos
Los
expertos en nutrición afirman que debemos comer
todo tipo de alimentos, pero algunos con frecuencia
y en grandes cantidades, y otros ocasionalmente y en
pequeñas proporciones. Los nutricionistas consideran
muy importante que el individuo ingiera la cantidad
o proporción correcta de alimentos. Por razones
prácticas, los alimentos se dividen en cuatro
grandes categorías: hidratos de carbono, frutas
y verduras, proteínas y alimentos grasos y azucarados.
La
dieta macrobiótica
Alrededor
de 1880 un doctor japonés llamado Sagen Ishizuka
descubrió que varios de los problemas de salud
más corrientes podían ser minimizados
con una dieta que incluyera más cereales integrales,
como el arroz integral, y más verduras.
Posteriormente
George Ohsawa introdujo las ideas de Ishizuka en Estados
Unidos, y dio a dicho sistema dietético el nombre
de «macrobiótico», un término
formado por dos palabras griegas que significan respectivamente
«larga» y «vida».
George
Oshawa creía que la macrobiótica podía
hacer que las personas vivieran mejor porque proporcionaba
más vitalidad y una mayor resistencia frente
a las enfermedades. Al consumir básicamente «alimentos
vivos» (plantas, cereales, frutos y semillas),
las personas podían vivir en armonía con
la naturaleza y obtener una «fuerza vital»
muy valiosa del sol, el aire, el agua y la tierra. Estas
ideas forman parte del pensamiento oriental desde hace
mucho tiempo, pero en Occidente fueron consideradas
muy radicales.
Con un enfoque moderado, ajustado a las necesidades
de cada individuo, la dieta macrobiótica garantiza
una nutrición adecuada y es apta tanto para los
vegetarianos más estrictos como para los que
no lo son tanto, y también para aquellos que
incluyen el pescado.
Una
dieta macrobiótica estricta durante varios meses
puede generar deficiencias nutricionales a algunas personas.
Por norma general, los niños, las mujeres embarazadas
y las que están en período de lactancia
no deberían seguir este tipo de dieta.
La
dieta macrobiótica es beneficiosa porque aporta
pocas calorías y grasas saturadas, y es rica
en fibra; puede ayudar a reducir el riesgo de padecer
obesidad, colesterol elevado, hipertensión y
estreñimiento.
La
dieta vegetariana
Cada
vez son más las personas que deciden limitar
o suprimir de su dieta los productos de origen animal
(carne roja, de ave, de caza, el pescado, los huevos
y los productos lácteos), y optan por comer a
base de fruta y verduras frescas, cereales, legumbres,
semillas y frutos secos. Una dieta vegetariana que aporte
una ingesta equilibrada de nutrientes procedentes de
alimentos frescos y escasamente elaborados y tenga en
cuenta las necesidades nutricionales del individuo puede
tanto o más sana que las dietas que incluyen
carne.
El
término «vegetariano» hace referencia
a distintos hábitos alimenticios: incluye tanto
a las personas que ingieren básicamente alimentos
que no proceden del mundo animal como a las que no comen
ningún producto que tenga conexión con
el mundo animal. Una dieta vegetariana cuidadosamente
elaborada puede resultar muy beneficiosa para nuestra
salud.
No
obstante, un vegetariano que opte por una selección
pobre de alimentos corre el riesgo de sufrir una carencia
importante de nutrientes, sobre todo en períodos
de la vida en los que las necesidades nutricionales
son elevadas, como la infancia y el embarazo.
El
menú macrobiótico
La
dieta macrobiótica incluye cereales integrales
(alrededor de un 50 por ciento de la dieta), verduras
verdes, ensaladas, semillas y algas (aproximadamente
el 25 por ciento) y pequeñas cantidades de frutas
y legumbres (judías, guisantes, lentejas y derivados
de soja). Los no vegetarianos pueden añadir una
cantidad pequeña de pescado. Lo ideal es que
toda la comida sea fresca, biológica, de temporada
y de la zona. Todos los alimentos incluidos en esta
tabla se caracterizan por tener un equilibrio correcto
de yin y yang.
| Tipo
de
Alimentos |
Comentarios |
| Cereales
Integrales |
Se
debe optar por el arroz integral, la avena,
la cebada, el trigo, el trigo sarraceno, el
maíz, el centeno, el mijo y productos
derivados de los anteriores, como la harina
de trigo integral, el pan, la pasta, y las gachas
de avena integral. |
| Vegetales |
Hay
que comer una gran variedad de vegetales frescos
y de temporada, pero no consumir demasiados
tomates, patatas, berenjenas y pimientos, ya
que son productos extremadamente yang. |
| Algas |
Las
algas se emplean para intensificar el sabor
y el valor nutritivo de muchos platos apetitosos.
Se puede probar con variedades como la wakame,
la dulse, la kombu y la arame.
Las algas son ricas en calcio, hierro y en vitaminas
A y B. |
| Fruta |
Se
deben escoger variedades de temporada y de la
zona tanto de fruta fresca como de frutos secos. |
Frutos
secos
y semillas |
Es
bueno comer frutos secos como los cacahuetes,
las almendras, las avellanas y las nueces, y
semillas como el sésamo, las del girasol
y las de la calabaza. |
| Legumbres |
Se
recomienda comer judías, guisantes y
lentejas. Las judías en pequeñas
cantidades acompañadas con un poco de
pescado son una fuente excelente de proteínas. |
Condimentos
a base
de vegetales japoneses |
Se
puede utilizar miso (concentrado de soja y otros
cereales fermentados), salsa desoja ytamari
(sésamo tostado y sal marina) como condimento. |
| Productos
de soja |
Es
saludable comer tofu (cuajada de habas de soja)
y beber leche de soja. |
| Pescado |
Si
no se es vegetarla no, se pueden incluir tres
raciones pequeñas de marisco fresco a
la semana. |
Principios
generales de la Agricultura Biológica
- La
Agricultura Ecológica se nutre de los siguientes
principios:
- Producir
alimentos de la máxima calidad nutritiva,
sanitaria y organoléptica en suficiente cantidad.
-
Mantener o incrementar la fertilidad del suelo a
largo plazo.
-
Utilizar al máximo los recursos renovables
de los agrosistemas, optimizando los recursos locales,
buscando un elevado nivel de autosuficiencia en
las materias primas.
-
Conservar los recursos naturales y genéticos,
preservando las especies y cultivariedades autóctonas,
y en general, la diversidad biológica tanto
agrícola como silvestre.
-
Proporcionar al ganado unas condiciones de vida
que le permita desarrollar los aspectos básicos
de su comportamiento innato.
-
Evitar al máximo todas las formas de contaminación
que puedan derivarse de las prácticas agrarias.
-
Aprovechamiento y potenciación de todos los
procesos y equilibrios naturales de los agrosistemas,
fomentando y estimulando los ciclos geobiológicos.
Este modelo se integra dentro de una corriente de pensamiento
basada en la adopción de políticas económicas,
sociales y ambientales que fomentan un comportamiento
capaz de satisfacer las necesidades de la generación
presente sin comprometer las de generaciones futuras.
Su
legislación se fundamenta en el Reglamento (CE)
1804/1999, que incluye a las producciones animales en
el ámbito de aplicación del Reglamento
(CE) 2092/91, estableciendo los principios y medidas
específicas de control que deben regir la producción
ecológica de animales, de los productos animales
transformados y de los productos destinados a la alimentación
humana que contengan ingredientes de origen animal.
La
etiqueta de agricultura Biológica
En
España, el control de los alimentos producidos
conforme a este modelo agrario corresponde a los Consejos
o Comités de Agricultura Ecológica territoriales,
organismos dependientes de las consejerías de
Agricultura de las comunidades autónomas.
Para el consumidor, el distintivo que identifica esta
clase de productos es un etiqueta (o contraetiqueta)
numerada, y un logotipo con el nombre y el código
del organismo de control y la leyenda "Agricultura
Ecológica". |