|
|
|
| Vivir más tiempo con
buena salud se puede conseguir incorporando una variedad
de sustancias en las cantidades adecuadas. |
|
Dentro
de ellas, los antioxidantes y fitoquímicos están
cobrando un papel muy destacado. Por esta razón y para
lograr el objetivo de una mejor calidad de vida es que se deben
consumir a diario de 5 a 10 porciones de vegetales y frutas como
fuente de micronutrientes y antioxidantes, entre ellos el licopeno.
A través de un gran número de investigaciones realizadas
y al avance de la tecnología se ha descubierto que muchas
sustancias contenidas naturalmente en los alimentos tienen beneficios
para la salud.
Centrándonos
en el “licopeno”, cantidad de investigaciones realizadas
en todo el mundo han mostrado resultados sorprendentes en relación
al consumo de tomates y sus licopenos en la prevención
de varios desórdenes como ciertos tipos de cáncer,
enfermedades cardiovasculares y otras.
La
pregunta obligada: ¿Qué es el licopeno?
Es
un pigmento vegetal, soluble en grasas, que aporta el color rojo
característico a los tomates, y en menor cantidad, a otras
frutas y verduras. Posee propiedades antioxidantes y actúa
protegiendo a las células del organismo del estrés
oxidativo producido por los radicales libres. Los licopenos son
carotenoides contenidos en el tomate que, como dijimos anteriormente,
pueden reducir sensiblemente el riesgo de contraer cáncer
de próstata o enfermedades cardiovasculares, así
lo evidencian cientos de trabajos científicos, como los
que compartiremos a continuación.
En la Universidad de Kobe (Japón), un equipo de científicos
dirigido por el profesor J. Yamamoto estudia el efecto de una
ingestión regular de tomates y sus derivados en la prevención
de la enfermedad cardiovascular. Los resultados del mismo se publicaron
el año 2004 en una edición del British Journal of
Nutrition, en su estudio concluye en que el consumo regular de
tomates y licopenos presenta propiedades antitrombóticas.
Por otra parte, el Instituto de Ciencias Médicas de Nueva
Delhi (India) demostró también en el año
2003 que los licopenos del tomate resultan un coadyuvante ideal
en la cirugía prostática. Los licopenos, en realidad,
disminuyen los niveles de antígeno prostático específico
(PSA), evitando el desarrollo de tumores secundarios
¿Cómo actúa el licopeno?
Estas sustancias se encuentra en el tomate fresco y en todos sus
derivados: jugos, salsas y conservas. Del grupo de los carotenoides
es el más abundante en la sangre, se almacena en hígado,
pulmones, próstata, cuello uterino, colon y piel.
Su principal función es ser antioxidante, es decir, evita
por ejemplo que el colesterol “malo” o LDL se oxide
y produzca daños (lo que se denomina “estrés
oxidativo”), el mecanismo de acción consiste en actuar
sobre los radicales libres, moléculas extremadamente inestables
con gran poder reactivo que se producen normalmente en el organismo
por el contacto con el oxígeno, afectando las membranas
celulares y atacando el material genético de las células.
Se ha demostrado una reducción importante en el riesgo
del cáncer de próstata al consumir tomates, salsa
de tomates, ketchup y extracto de tomate con una frecuencia superior
a 2 veces por semana.
El
tomate es uno de los alimentos más ricos en licopeno, así
como uno de los más estudiados. "No debería
faltar en la dieta de ningún hombre, pues contribuye a
reducir el cáncer de próstata", señala
un estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.
Un consumo de 6 a 7 miligramos diarios reduce en más del
20% el riesgo.
Una porción (60 gramos), de puré de tomates que
puede formar parte de una comida o la salsa que acompaña
un alimento aporta por ejemplo 10 mg de licopenos.
Cáncer
de próstata. Los estudios específicos.
Diversas
investigaciones sugieren que hay una menor incidencia de cáncer
de próstata en los hombres que consumen derivados del tomate
de forma rutinaria.
En un estudio conducido por Van Bremen y equipo, se proporcionó
salsa de tomate equivalente a 30 miligramos de licopenos por día
a un grupo de hombres con adenocarcinoma de próstata y
el resultado fue un incremento sustancial en las concentraciones
del licopeno total en el suero.
Consumir
grandes cantidades de tomate o de productos basados en esta hortaliza
puede prevenir el riesgo de cáncer. Se trata de una relación
epidemiológica que cada vez va cobrando más importancia
y que vuelve a abordar el "Journal of the National Cancer
Institute" a través de un artículo de revisión
firmado por el Dr. Edward Giovannucci, del Brigham and Women’s
Hospital de Boston.
Casi la mitad de estudios revisados por los autores encontraron
que el tomate puede reducir el riesgo de cáncer y ninguno
encontró que lo aumentara. La protección del tomate
parece más evidente en cánceres de próstata,
pulmón y estómago.
Enfermedades
cardiovasculares y licopenos
Agarwal
y Rao en estudios epidemiológicos recientes ha encontrado
una relación inversa con el riesgo de padecer enfermedad
coronaria y las concentraciones del licopeno en el organismo (tejidos
y en sangre). En el estudio se investigó la influencia
del consumo frecuente de licopenos por medio de alimentos ricos
en tomate y sus derivados sobre la oxidación de las LDL
(o colesterol malo) en un grupo de personas sanas, aunque no hubo
cambios en las concentraciones de colesterol, sí se halló
una disminución significativa de la oxidación de
los lípidos y en particular de las LDL (que transportan
el colesterol malo). Estos resultados pueden ser relevantes para
disminuir el riesgo de padecer alguna enfermedad coronaria
Conclusiones
Si
bien las propiedades antioxidantes del licopeno se consideran
primordiales por sus efectos benéficos, las mayores pruebas
del beneficio en el consumo del tomate y los licopenos se relacionan
con el cáncer de próstata.
En
general es uno de los más potentes antioxidantes y al no
poder ser generado por el organismo debemos buscarlos en los alimentos.
El tomate es el gran productor, las salsas derivadas y el ketchup
son las mayores fuentes de licopenos.
Un poco de grasa también ayuda: el Dr. Giovannucci y sus
colaboradores descubrieron que los licopenos son más eficientemente
absorbidos cuando están acompañados de grasas en
la alimentación. Al cocinar los tomates con
un
poco de aceite se encontró una mejor absorción intestinal
lo que da como resultado un aumento de 2 a 3 veces la concentración
plasmática de licopenos, por lo que inferimos que la salsa
de tomate y el ketchup son unas de las mejores fuentes de licopenos.
****Nuevos descubrimientos sugieren que las terapias con antioxidantes
provenientes de la alimentación - como los tomates
y sus licopenos - pueden poner freno a muchos azotes actuales
de la salud.****
Contenido
de Licopenos en conservas de tomate (por porción)
Producto |
Porción |
Licopenos (mg) |
| Tomates
pelados |
130 |
11.8 |
| Salsati-Tomate
más puré |
130 |
18.3 |
| Salsati
cubeteado |
130 |
19.9 |
| Puré
de tomate |
60 |
10.3 |
| Pulpa
de tomate |
60 |
5 |
| Jugo
de tomate |
200 |
20.3 |
| Extracto
triple de tomate |
30 |
16.1 |
| Ketchup |
12 |
3.6 |
| Ketchup
Hot |
12 |
3.2 |
Bibliografía
American
Dietetic Association. Position: Phytochemical and functional foods.
The House Executive Committee, 1999.
Nutrición y dietoterapia de Krause. México: McGraw-Hill
Interamericana, 1998:827,1142-3.
Gartner C, Stahl W, Sies H. Lycopene is more bioavailable from
tomato paste than from fresh tomatoes. Am J Clin Nutr 1997 ; 66(1):116-22..
Norrish AE, Jackson RT, Sharpe SJ, Skeaff CM. Prostate cancer
and dietary carotenoids. Am J Epidemiol 2000; 151(2): 119-23.
Giovannucci E. Tomatoes, tomato-based products, lycopene, and
cancer: Review of the epidemiological literature. Review. J Natl
Cancer Inst 1999; 91(4):317-31.
Maruyama C, et al. Effects of tomato juice consumption on plasma
and lipoprotein carotenoid concentrations and the susceptibility
of low-density lipoprotein to oxidative modification. J Nutr Sci
Vitaminol (Tokyo) 2001; 47(3):213-21.
Agarwal S, Rao AV. Tomato lycopene and low-density lipoprotein
oxidation: A human dietary intervention study. Lipids 1998; 33(10):981-4.
Steinmetz KA, Potter JD. Vegetables, fruit, and cancer prevention:
A review. Review. J Am Diet Assoc 1996; 96(10): 1027-39
|