He
aquí una lista de razones para modificar los hábitos
de aquellos que recurren a estos productos frecuentemente:
1) Son alimentos de una gran densidad
energética.
100 gramos de alimentos de este tipo nos aportan una media
de 450 Kcal. Esto equivale a ingerir 130 gramos de pasta
o 200 gramos de pan o 500 gramos de leche o 510 gramos
de merluza o 630 gramos de papas o 1600 gramos de judía
o 2800 gramos de lechuga...
2) A la vez que son alimentos
muy calóricos, no nos producen sensación
de saciedad.
Esto se debe a que no nos aportan prácticamente
fibra y tienen un porcentaje elevado de azúcares
simples que son absorbidos muy rápidamente. Esta
peligrosa suma (alta densidad nutricional + baja sensación
de saciedad) son elementos que aumentan el riesgo de
sufrir obesidad.
3) Nos aportan una gran cantidad
de grasas, además, del tipo menos saludables.
Son productos ricos en grasas hidrogenadas o trans,
que se comportan en el cuerpo de manera similar a las
grasas saturadas, grasas vegetales, las cuales son normalmente
aceites de palma y de coco - los aceites más
baratos y que permiten una mejor conservación-
estos aceites son ricos en grasas saturadas, y grasas
animales - manteca de cerdo, mantequilla...-.
4) Tienen una gran cantidad de
azúcares refinados
- por lo que su contenido en vitaminas y minerales es
pobre- y muchas veces se les añade azúcares
simples - sacarosa, miel, glucosa, azúcar invertido...-
. Los azúcares simples provocan en nuestro cuerpo
picos de azúcar y de insulina que a la larga
pueden hacer que acabemos sufriendo algunas enfermedades
como la diabetes.
5)
También nos aportan colesterol.
Un exceso de consumo del mismo también puede
derivar en enfermedades como la hipercolesterolemia
y/o arterioesclerosis. Además, las grasas saturadas
y las grasas trans contribuyen a que haya una mayor
formación de colesterol en el organismo agravando
el problema y aumentando el riesgo de sufrir enfermedades
cardíacas.
6)
Son alimentos ricos en sodio.
El exceso de sodio puede derivar en hipertensión.
7)
El contenido de proteínas es muy bajo.
Así mismo, apenas nos aportan vitaminas ni minerales
- a excepción del sodio-.
8) Su consumo aumenta la producción
de radicales libres.
En general, los productos de una gran densidad calórica
generan una mayor producción de radicales libres,
moléculas potencialmente cancerígenas.
Para combatirlas es necesario la presencia de nutrientes
antioxidantes , elementos que tampoco encontramos en
estos alimentos.
9) También su consumo
afecta a la función cerebral.
Los alimentos ricos en grasa alteran la química
del cerebro y destruye conexiones entre neuronas. Esto
afecta por descontado a nuestra capacidad cognitiva,
pues sin estas conexiones es más difícil
el aprendizaje y la memoria.
10) La última razón
Pero no por ello menos importante, es
que cuando consumimos bollería estamos dejando
de consumir otros productos más beneficiosos
para nuestra salud. Esta decisión puede poner
en riesgo el llegar a los mínimos niveles recomendados
de algunos nutrientes (sobretodo vitaminas y minerales)
y esto desequilibra nuestra dieta y también nuestra
salud. |