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Nos
han repetido hasta hace poco tiempo que los alimentos
grasos ricos en colesterol nos conducen a una muerte
prematura, sin embargo, éste es quizá
el mayor mito de los muchos que abundan actualmente
en el campo de la salud.
No
es el colesterol, sino el colesterol oxidado el que
daña las arterias y puede producir problemas
cardiacos.
No son las grasas saturadas de procedencia animal, sino
las grasas hidrogenadas de los alimentos procesados
(margarina, bollería industrial, papas fritas,
chocolate, comida preparada…) las causantes de
numerosas patologías como diabetes, arteriosclerosis
y enfermedades coronarias.
¿Amigo
de las grasas saturadas?
La
grasa saturada es el alimento preferido del corazón.
La grasa que lo rodea es altamente saturada (ácidos
esteárico y palmítico.) El pulmón
tampoco puede funcionar sin grasas saturadas.
Los esquimales, los Masai y otras tribus africanas,
que se alimentan únicamente de carne y leche
entera, no sólo viven hasta edades avanzadas,
sino que enfermedades como el cáncer, la diabetes,
la obesidad, las enfermedades coronarias y la osteoporosis
les son desconocidas.
Adicionalmente, durante la mayor parte de nuestra evolución,
nuestra dieta se componía en un 50%-80% de mamíferos,
peces y aves, ricos en grasas saturadas.
Por
otro lado, si las grasas saturadas son nocivas ¿por
qué la leche materna contiene abundantes grasas
saturadas como el ácido butírico, cáprico,
caprílico, láurico, mirístico,
palmítico y esteárico? Estas grasas aseguran
el crecimiento y la supervivencia del bebé, a
la vez que disponen de efectos antivíricos, antibacterianos
y antihongos.
El
Aceite de Coco contiene estos tres ácidos grasos
El ácido laúrico, evita la formación
de caries y placa dental. También es responsable
de la piel tersa y sin arrugas.
El aceite de coco regula la función de la tiroides
y estimula el metabolismo, resultando de gran ayuda
en el tratamiento del Hipotiroidismo. Un déficit
de hormonas tiroideas provoca un aumento del colesterol
en sangre.
Ayuda a adelgazar, ya que es uno de los pocos alimentos,
aparte de la leche materna, que contiene ácidos
grasos de cadena media (MCFA). No se almacenan en las
células adiposas sino que pasan directamente
al hígado, que los transforma instantáneamente
en energía.
Dado
su alto contenido en grasas saturadas, es muy estable
a altas temperaturas, por lo que es el único
aceite que deberíamos usar para cocinar.
A principios de los años 80 un marketing agresivo
por parte de la ASA (Asociación Americana de
la Soja), la CPC International (Compañía
de Productos del Maíz) y otros grupos con intereses
en los aceites vegetales desprestigió al aceite
de coco. Hoy en día encontramos los aceites vegetales
poliinsaturados (maíz, girasol, soja, sésamo,
colza...) en la mayoría de los alimentos procesados,
e incluso de los no procesados como la carne.
¿Son
buenos los aceites poliinsaturados?
Son muy reactivos y se vuelven rancios (se oxidan) con
facilidad por lo que nunca deberían usarse para
cocinar. Por otro lado, son muy ricos en grasas Omega-6,
responsables de los procesos inflamatorios del organismo.
Nuestros antepasados subsistieron con una dieta equilibrada
entre grasas omega-3 y omega-6 (aproximadamente un ratio
de 1 a 1), sin embargo, la dieta actual es demasiado
alta en grasas Omega-6, con un ratio de 20 a 1 o incluso
de 50 a 1. Muchos científicos creen que una de
las razones de la alta incidencia de enfermedades coronarias,
hipertensión, diabetes, obesidad, envejecimiento
prematuro y algunos cánceres se debe al profundo
desequilibrio entre grasas Omega-6 y grasas Omega-3
de la dieta actual.
La
grasa saturada no induce riesgo cardiovascular, puesto
que no bloquea las arterias. Estudios realizados
han encontrado que las placas que bloquean las arterias
están compuestas en un 74% de grasas insaturadas.
La
clave está en reducir el consumo de Omega-6,
lo cual resulta todo un reto porque incluso la carne
es rica en este tipo de grasas, incluida la ecológica,
dado que el ganado se alimenta con pienso a base de
cereales como soja o maíz (omega-6), en lugar
de alimentarse de pastos (omega-3) que es su dieta natural.
Por
otro lado, debemos aumentar el consumo de grasas Omega-3.
Se estima que el 85-95% de la gente presenta deficiencias
en Omega-3. La mayoría de los suplementos de
Omega-3 que se encuentran en el mercado proceden del
aceite de pescado. Las grasas omega-3 también
son poli-insaturadas, y por tanto muy perecederas (se
oxidan con facilidad). Muchos recordarán el aceite
de hígado de bacalao que les daban de pequeños.
Sabía tan mal porque estaba rancio (oxidado).
Ahora los fabricantes añaden una pequeña
cantidad de antioxidantes como la vitamina E para evitar
la oxidación de las cápsulas en el envase.
Sin embargo, dentro del cuerpo se generarán radicales
libres con el calor que desprende el cuerpo durante
el metabolismo de las mismas. Deberíamos pues
suplementar la dieta con antioxidantes adicionales (vitamina
C, vitamina E,…).
Esto
no ocurre con el Aceite de Krill, que contiene de forma
natural antioxidantes y fosfolípidos y tiene
mayor biodisponibilidad que el aceite de pescado. Otras
fuentes aptas son los aceites vegetales con alto contenido
de Omega 3 como: aceite de linaza, chia, sacha inchi,
nuez.
El
Aceite de Oliva no es poli-insaturado, sino monoinsaturado,
por lo que es más estable. Contiene ácidos
grasos omega-9. Es muy saludable siempre y cuando no
se caliente mucho, ya que, al igual, que los aceites
poli-insaturados se oxida al cocinar con él.
La
importancia del Colesterol
El colesterol es esencial para la vida. Forma parte
de TODAS las células del cuerpo. Es imprescindible
para la formación del tejido nervioso y la bilis.
Un suministro adecuado de colesterol es vital para el
funcionamiento del cerebro, puesto que forma parte de
las conexiones sinápticas entre neuronas. Algunos
estudios relacionan tanto la depresión como comportamientos
violentos y tendencias suicidas con bajos niveles de
colesterol.
El
colesterol es esencial para el funcionamiento del sistema
inmunológico, en concreto para la destrucción
de las miles de células cancerígenas que
generamos cada día.
El
cuerpo sintetiza la vitamina D a partir de colesterol,
así como las diferentes hormonas sexuales. Bajos
niveles de hormonas sexuales (estrógenos y testosterona)
provocan un descenso de la libido, por tanto, una dieta
baja en colesterol no sólo no te protege de las
enfermedades cardiacas, sino que puede resultar desastrosa
para tu vida sexual.
Consecuencias
de las dietas bajas en grasas
En primer lugar, las grasas contienen vitaminas liposolubles
como la vitamina A, E o D o Coenzima Q10. De nada sirve
compensar la carencia con suplementos vitamínicos,
ya que el cuerpo necesita grasa para metabolizarlos
(por algo será que sólo los alimentos
ricos en grasas contienen dichas vitaminas).
Nuestro
organismo no es capaz de sintetizar las vitaminas (excepto
la vitamina D a partir del sol y del colesterol), por
eso debemos ingerirlas con la dieta. Sin embargo, sí
es capaz de fabricar colesterol. Si la cantidad
de colesterol en la dieta no es suficiente, el cuerpo
fabricará la cantidad que le falte.
Los principales productores son el hígado y el
intestino, en este orden, aunque cada célula
del cuerpo es capaz de producir colesterol. Esta es
la razón por la que mucha gente sigue con el
colesterol alto aún después de adoptar
dietas pobres en grasa.
De hecho, ¡el cuerpo puede producir 400 veces
más colesterol al día que el que obtendríamos
comiendo 100 gramos de mantequilla! Entonces, ¿de
qué nos sirven tantas privaciones en la dieta?
Para
que el calcio se incorpore de forma efectiva en la estructura
ósea se requiere al menos de un 50% de las grasas
de la dieta sean saturadas. Las grasas saturadas también
son necesarias para procesar los ácidos grasos
Omega-3.
¿Qué
pasa con la leche?
Beber leche descremada es una de las peores elecciones
que podemos hacer. Además de los riesgos que
suponen para la salud la pasteurización de la
leche y las hormonas y antibióticos, a la leche
y yogures descremados se les añade siempre leche
en polvo descremada. Para pulverizar la leche se la
somete a altas temperaturas y a una alta presión
que oxidan el colesterol de la leche, además
de producir nitratos, que son potentes carcinógenos.
Cuando
suprimimos la grasa de la leche solo nos queda azúcar,
que es lo que realmente engorda. De hecho, muchos granjeros
engordan a los cerdos con leche descremada. El azúcar
se convierte en el hígado en triglicéridos.
Altos niveles de triglicéridos, al contrario
de lo que ocurre con el colesterol, sí suponen
un riesgo para la salud.
¿Qué
pasa con el huevo?
Es un alimento muy saludable rico en vitaminas del grupo
B, luteína y zeazantina, ambos poderosos antioxidantes
que nos protegen de patologías oculares como
la degeneración macular. Sin embargo, si lo comemos
en tortilla se convertirá en un alimento nocivo
para la salud. La yema del huevo es rica en colesterol,
y la clara es rica en hierro. Cuando se mezclan y se
calientan al hacer una tortilla el hierro de la clara
oxida el colesterol de la yema. Esto no ocurre con los
huevos duros, pasados por agua o fritos (siempre que
se frían en aceite de coco, que como hemos dicho
no se estropea al calentarlo).
El
cloro del agua del grifo también reacciona con
el colesterol oxidándolo, que se coagula en las
paredes de las arterias formando placa. Es mejor instalar
un filtro de agua en casa.
Resumen
La mayoría de los estudios que han encontrado
una relación entre las grasas saturadas y el
riesgo de enfermedades cardiacas se han realizado con
grasas hidrogenadas (transaturadas), elaboradas de forma
artificial, cuya estructura molecular no existe en la
naturaleza. Sin embargo, docenas de estudios realizados
concluyen que el riesgo de enfermedades cardiovasculares
aumenta cuando decrecen los niveles de colesterol en
sangre.
Más
del 50% de la gente que sufre su primer ataque cardiaco
tiene niveles normales de colesterol.
Cuado
estamos estresados no sólo producimos hormonas
como la adrenalina, sino que el hígado aumenta
la producción de colesterol. Este exceso de colesterol
puede provocar la formación de piedras en el
hígado.
En lugar de eliminar el colesterol de tu dieta, realiza
limpiezas de hígado con regularidad para reducir
el riesgo de enfermedades coronarias. Para que el hígado
metabolice el colesterol y las grasas de forma eficiente
los conductos biliares deben estar limpios y libres
de obstrucciones. La mejor limpieza de hígado
es la de la Doctora Hulda Clark, autora del ya clásico
“Cura para todas las enfermedades”.
La medicación contra el colesterol (estatinas)
reduce de forma artificial el nivel de colesterol en
sangre, lo que induce al hígado a producir más
colesterol para equilibrar los niveles, justamente el
efecto contrario al deseado. Esta producción
excesiva de colesterol hace que éste cristalice
en los conductos biliares, convirtiéndose finalmente
en piedras. Las personas que toman medicación
para el colesterol normalmente desarrollan una cantidad
excesiva de piedras en el hígado.
Otro
de los efectos perniciosos de la medicación contra
el colesterol es que inhibe la formación de la
Coenzima Q10, cuya deficiencia debilita el corazón.
La CoQ10, abundante en la carne y las vísceras
de animales, es necesaria para la formación de
energía en forma de ATP y su deficiencia afecta
a órganos que necesitan gran cantidad de energía
como corazón, cerebro, riñones e hígado.
Algunos
de los efectos secundarios de la medicación contra
el colesterol son debilidad, dolores musculares, incremento
del riesgo de cáncer, inhibición del sistema
inmunitario, funcionamiento deficiente de los riñones
y amnesia.
Referencias:
1 Fallon S. Enig M. Dangers of Statin Drugs. HealthKeepers
Magazine. Vol. 8, Issue 2. 2006.
Bibliografía:
- Limpieza Hepática y de la Vesícula.
Andreas Moritz. Editorial Obelisco.
- La Cura de Todas las Enfermedades. Dra. Hulda Clark.
- Saturated Fat may save your life. Bruce Fife.
- The Coconut Oil Miracle. Bruce Fife.
- The Coconut Diet: The Secret Ingredient That Helps
You Lose Weight While Eating Your Favorite Foods. Cherie
Calbom with John Calbom.
- Virgin Coconut Oil: How It Has Changed People's Lives,
and How It Can Change Yours! Brian Shilhavy, Marianita
Jader Shilhavy.
- The Omega-3 Connection. Andrew L. Stoll.
- Know your fats. Mary G. Enig, Ph.D.
- Fats That Heal, Fats That Kill. Udo Erasmus.
- Nutrition and physical degeneration. Weston A. Price,
D.D..S.
- Heart Failure. Thomas J. Moore.
- The Facts About Fats: A Consumer's Guide to Good Oils.
John Finnegan.
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