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Cuando
esto sucede día tras día, mes tras mes
y posiblemente por el resto de la vida, el cuerpo se
desgasta de una manera severa, y llega un momento que
está profundamente agotado de volver al cuerpo
a su equilibrio.
El
azúcar blanco se obtiene mediante un proceso
químico múltiple del jugo de caña
de azúcar o remolacha, eliminando en dicho procedimiento
todas las proteínas y la fibra de la planta.
Lo
que sucede con el azúcar blanco es que tenemos
la mala creencia de que sirve como una fuente para aportar
energía y que es vital para las funciones cerebrales.
Es cierto que el cuerpo necesita glucosa para sus funciones,
más no del azúcar blanco sino de la glucosa
contenida en las frutas, algunas verduras y alimentos
orgánicos.
Primera
reacción
No
exageramos al decir que, cuando ingerimos un refresco,
un dulce, un pastel refinado o cualquier alimento que
contenga azúcar blanca, la primera reacción
del organismo es igual al de una droga estimulante:
al principio uno se siente estimulado y dominado por
cierta energía nerviosa debido a que el cerebro
reacciona instantáneamente. Podemos notar esto
principalmente en los niños que no tienen una
alimentación adecuada y se “llenan”
o consumen sin moderación dulces, pasteles y
golosinas. Puede que estén demasiado activos
y “llenos de energía”, de momento,
de hecho hasta incontrolables. Sin embargo, al pasar
el efecto, el organismo se confronta con graves consecuencias
ya sea uno niño o adulto. No te explicaremos
todo lo que ocurre en tu organismo porque es un proceso
complejo. Nos limitamos a decir lo que este alimento
provoca cada vez que lo consumes, especialmente en los
estados emocionales.
Pero
antes hay que decir que la gran mayoría desconoce
lo que el azúcar refinado (o sacarosa) realmente
ocasiona. La mala información o la información
tergiversada nos hacen creer que no es tan malo y que,
de hecho, la necesitamos. Esto es absolutamente falso,
el cuerpo no necesita ni siquiera un gramo de ella,
lo que necesita el cuerpo son frutas y una alimentación
orgánica, lo más natural posible. Toma
en cuenta que si existe una mala cultura de lo que es
el azúcar refinada es porque la mayoría
de los alimentos que se venden en el mercado contienen
azúcar blanca, ya sea como conservador, como
elemento endulzante o de otras formas enmascaradas.
Reacciones
secundaria
El
consumo de azúcar provoca principalmente que
la sangre eleve su temperatura, engendrando obstrucciones
de todo tipo, infecciones, alergias, afecta la digestión
(fermenta rápidamente el bolo alimenticio y en
un proceso químico se produce alcohol, que daña
al hígado. Por eso, es conveniente combinar ningún
alimento azucarado con la comida. Es como si hubieras
consumido alcohol en la comida aunque no lo hayas consumido),
causa desnutrición, aumento de peso, destrucción
y debilitación del sistema inmunológico.
Pero sobre todo trastorna el metabolismo del calcio
en donde además de robarle el calcio a huesos
y dientes, desequilibra severamente el sistema nervioso.
La ansiedad y la mayoría de los trastornos emocionales
son causadas en la mayor parte de las veces por algo
que a lo mejor parecía tan inofensivo como un
refresco o un dulce procesado.
La
ingestión de azúcar provoca a tal grado
un daño en el sistema emocional que es causante
en la mayoría de los casos de pereza, fatiga,
niños hiperactivos, inhabilidad para concentrarse
y aprender, vicio, infelicidad, insomnio, diabetes,
ansiedad, miedo, y depresión entre otras. Si
a esto se le suma además una mala dieta, las
consecuencias pueden ser realmente severas y trascendentes
en nuestra salud emocional. Si padeces estados de ánimo
irritables, depresivos, perezosos, y ansiosos, prueba
a quitar de tu dieta todos los productos que contengan
azúcar blanca durante tres o cuatro meses y verás
cómo indiscutiblemente tu estado de ánimo
se revitaliza y sanea con toda seguridad.
Ningún
conocimiento sirve si no te sirve, y para que te funcione
debes experimentar cada cosa que te digan, comprobarlo
con tu misma experiencia, y luego tu ser el mejor juez,
en este caso, el mejor beneficiario.
Todo
eso suena interesante, pero se me antojan demasiado
los refrescos y los productos azucarados.
Siendo
el azúcar una sustancia con efectos adictivos,
es comprensible que, si intentas dejarla o disminuirla,
el cuerpo te la pida y se te siga antojando. Es necesario
que emplees toda tu voluntad y respeto por tu cuerpo
para ir discriminando de tu dieta los alimentos que
la contengan y que tu cuerpo se acostumbre a la nueva
dieta. Hay expertos en este tema que afirman que dejar
el azúcar es como dejar de fumar, y para aquello
más “azucarados” resultan casi tan
difíciles como dejar una droga.
¿Qué
hacer?
Puedes
comenzar por consumir aguas endulzadas cada vez menos,
y preferir alguna fruta cuando no resistas la tentación
de llevarte algo dulce a la boca. Yo me tomo los licuados
y las aguas sin azúcar, ciertamente al principio
me eran difíciles, las endulzaba un poco y aun
así me sabían “a rayos”. Ahora
mi paladar está tan acostumbrado que puedo saborear
con delicia un licuado de plátano y una limonada
sin azúcar. Esto me ha dado una sensibilidad
muy grata en el paladar y una nueva forma de disfrutar
la comida.
Es
importante también que hagas todo lo posible
por revisar las etiquetas de los productos que compras.
Muchos de ellos traen azúcar enmascarada con
el nombre de: glucosa, dextrosa, miel de malta, fructuosa,
lactosa, maltosa y aquellos con terminación “osa”.
Todos
aquellos productos que dicen bajo en azúcar o
calorías, también son altamente nocivos. |