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Un
poco de lógica: cuando un producto lleva un ingrediente
sano, se va a encargar de hacérselo saber a todos.
Por ello, ahora se advierte a los consumidores de las
papas de bolsa o papas fritas que cuando lean las palabras
“aceite vegetal” no se confíen.
En
este caso “vegetal” no necesariamente es
sano. Si se tratase de aceite de oliva, el envoltorio
lo especificaría, ya que este aceite es un tipo
de grasa que “protege las arterias por su alto
contenido en ácidos grasos monoinsaturados”,
como afirma el diario español. Sin embargo, “vegetal”
muchas veces se refiere a aceite de palma, coco o los
ácidos grasos “trans”, que son de
origen vegetal.
Estos
últimos, cuando uno los consume en alto nivel,
producen colesterol, obesidad, problemas en el metabolismo
y hasta cáncer.?La legislaciones latinas en general
no obligan a especificar en las etiquetas qué
tipo de grasa se ha usado y por ello estos aceites con
grasas saturadas se esconden bajo la etiqueta “aceite
vegetal”.
Pero
lo más peligroso, como afirma el doctor Pedro
Mata, director de la Unidad de Lípidos de la
Fundación Jiménez Díaz de Madrid,
son las grasas trans. Inicialmente, estas se encuentran
en los productos de origen animal, pero el proceso por
el que pasan los aceites vegetales para producir lípidos
más baratos hacen que se desarrollen en grasas
trans, muy baratas para la industria, pero muy dañinas
para el corazón.
No
solo basta entonces con leer las etiquetas, porque quizá
no especifiquen detalles que sería importantes
que los consumidores sepan, sino tener en cuenta que
existen este tipo de grasas y evitarlas.
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Guerra
a las 'trans' |
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Según
los especialistas, el total de grasa en la
alimentación debe ser inferior al 30%
de las calorías consumidas y, de ellas,
la mayor parte debe ingerirse en forma de
ácidos grasos insaturados, precisamente
los que le han otorgado el calificativo de
saludable al aceite vegetal. Estas grasas
pueden dividirse en dos tipos: poliinsaturadas
y monoinsaturadas. Ni las primeras -contenidas
abundantemente en el aceite de girasol-
ni las últimas -el mejor ejemplo
es el aceite de oliva- elevan significativamente
los niveles de colesterol en sangre, por lo
que se consideran beneficiosas para el organismo.
Sin embargo, muchos expertos coinciden en
señalar a una de ellas como especialmente
saludable.
Estas diferencias tan significativas en el
perfil saludable de las diferentes grasas
han llevado a distintos organismos a reclamar
en numerosas ocasiones una regulación
específica. Los
últimos en hacerlo han sido un nutrido
grupo de médicos británicos,
quienes han solicitado a las autoridades
del país "una prohibición
total" de las grasas trans, lo que,
según sus palabras, "ayudaría
a salvar muchas vidas". La Sociedad
Española de Cardiología ya
hizo pública la misma reivindicación
hace un par de años. "Y todavía
seguimos luchando", afirma Leandro
Plaza, presidente de la Fundación
Española del Corazón.
Las trans aparecieron hace décadas
para intentar mejorar el perfil de las grasas
de origen animal, pero al final resultaron
ser peores que esas grasas saturadas. La
industria tendrá, por tanto, que
buscar ahora otra alternativa más
saludable para el consumidor y cambiar su
forma de fabricación. |
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