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Desde hace mucho tiempo se sabe
que el fumar es nocivo para la salud porque se ha
encontrado que esta asociado a enfermedades cardiacas
y al cáncer o enfisema pulmonar, pero poco
se había hablado de que el fumar influyera
en nuestra manera de comer y en nuestro estilo de
vida. |
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Estudios
recientes han llegado a la conclusión que el fumar también
modifica seriamente la vida de las personas. Se ha encontrado
que los fumadores tienen mayor riesgo a la obesidad por la porque
existe también un mayor consumo de energía, principalmente
a partir de grasa y colesterol.
Es decir que a los fumadores se les antoja más los alimentos
ricos en grasas que a los no fumadores. Cualquiera pensaría
que los alimentos que elegimos solo tiene que ver con el sentido
del gusto y ahora se encuentra la relación que tiene que
un mayor porcentaje de los fumadores sean obesos al compararlos
con los no fumadores. El ser obeso incrementa los riesgo a enfermedades
crónico no transmisibles como lo son la diabetes, la artritis,
enfermedades cardiacas, problemas de hipertrigliceridemias y colesterol,
etc.
También
se ha dicho mucho de que en los fumadores se ven incrementadas
las necesidades de vitaminas C, A y E; estas vitaminas funcionan
como antioxidantes muy poderosos y los podemos encontrar en la
dieta diaria, principalmente en frutas y verduras .
Precisamente
en estos nutrimentos los que los fumadores tienen disminuido su
consumo, simplemente prefieren consumir otros alimentos como son
aquellos ricos en grasas, es decir que no se les antojan los alimentos
que las contienen. El consumo de antioxidantes ayuda a disminuir
o prevenir el estrés oxidativo del organismo que se degeneren
las células haciéndolas más susceptibles
al cáncer, a enfermedades que deprimen el sistema inmunológico
como por ejemplo una simple gripa y a enfermedades crónico
no transmisibles
Se
dice que el alcohol es nocivo para la salud y que su consumo produce
así como el fumar radicales libres que oxidan o degeneran
al organismo. Recientemente también se observo que los
fumadores toman 3 veces mas bebidas alcohólica que los
no fumadores. El alcohol no solo daña algunos órganos
del cuerpo, también daña también la vida
de las personas cuando se vuelven alcohólicas. La enfermedad
social de nuestro siglo también está relacionada
con el fumar.
Como
conclusión el fumar hace que se tenga mayor riesgo a se
gordo, enfermo y alcohólico y el dejar de fumar no solo
influye en disminuir el riesgo a enfermedades crónicas
sino que también promueve a mejorar los hábitos
alimentarios y el estilo de vida. Di no al cigarro.
¿Es
inevitable engordar al dejar de fumar?
Es opinión generalizada que cuando se deja de fumar se
engorda. Es bueno saber por qué ocurre esto, y tomar medidas
para evitarlo, pues estamos hablando de las dos principales epidemias
sanitarias de nuestros días (el tabaco y la obesidad),
y debemos luchar contra ambas. Veamos qué es lo que nos
puede ayudar.
El
tabaco tiene un alto poder adictivo debido a que activa diversos
centros cerebrales del placer. Estos centros se habitúan
a ser estimulados por la nicotina, de forma que, si se deja de
recibir este estimulante, la sensación de placer se transforma
en ansiedad y angustia. Y es esta ansiedad lo que nos lleva a
comer más, como medida compensatoria por la falta de tabaco.
Y la báscula lo acusa.
Si
fumamos, debemos intentar dejar el tabaco de forma que no engordemos,
o engordemos lo menos posible. Para ello, es bueno seguir ciertas
normas. En primer lugar, hay que intentar que la primera vez que
dejemos de fumar sea la definitiva. Si no lo hacemos así,
con cada fracaso (además de socavar la confianza en nuestras
propias fuerzas para vencer al tabaco) acumularemos unos cuantos
kilos, que normalmente no se pierden del todo cuando volvemos
a fumar, de manera que vamos acumulando algo de peso con cada
nuevo fracaso.
Para
asegurarnos del éxito en el primer intento, conviene mentalizarse
adecuadamente de la importancia de dejar de fumar (puede ser interesante
anotar en un papel las ventajas de dejarlo), y elegir el momento
adecuado, cuando estemos libres de tensiones, excesos de trabajo,
y otras circunstancias que nos impulsen más de lo normal
a fumar.
Los
días anteriores al elegido para dejarlo, podemos ir preparando
el terreno. Conviene ir reduciendo la dosis de tabaco, y no fumar
de forma automática, sino pensando antes de cada cigarrillo
si realmente lo necesitamos. Muy importante es también
identificar qué momentos del día están vinculados
a fumar e intentar desvincularlos, sustituyendo el cigarro por
otra cosa, por supuesto que no engorde.
Porque
la clave para dejar de fumar sin engordar está ahí:
ante la ansiedad por no poder fumar, se produce un efecto sustitutivo
y cambiamos el tabaco por la comida. Cuando notemos la falta del
tabaco, tenemos que intentar cambiar la comida por otra actividad
que nos distraiga pero que no engorde: hablar con alguien, leer,
tomar un caramelo, ejercicio físico, cambiar de actividad,
un vaso de agua, respirar hondo un par de minutos,... la clave
está en apartar la mente del deseo de fumar, pero sin comer,
que quizá es lo primero que nos viene a la cabeza.
Durante
las primeras semanas, hay que intentar beber mucho (agua y zumos),
no tomar alcohol ni otros excitantes como café o té,
realizar comidas ligeras y frecuentes, evitando las copiosas,
y tomar muchas frutas y verduras.
Es
difícil, pero hay que recordar la importancia del intento,
y que las ganas de fumar no durarán eternamente: después
de cuatro a seis semanas irán disminuyendo, hasta quedar
reducidas a una inclinación latente durante meses, y al
final a nada. Habremos vencido y mejorado sustancialmente nuestra
salud. Y, si hemos sabido hacerlo, sin engordar o, en el peor
de los casos, engordando poco. Posteriormente, podremos quitarnos
esos pocos kilos de más. Pero mejor que sean pocos.
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