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Pertenecer
al grupo O, A, B o AB es una peculiaridad de cada uno
de nosotros muy ligada a la salud, sobre todo en casos
de urgencia, cuando debido a un accidente, una intervención
quirúrgica o cualquier otro tipo de trastorno
precisamos de una transfusión sanguínea.
Sin
embargo, más allá de este hecho conocido,
la pertenencia a un grupo sanguíneo o a otro
determina algunos aspectos de nuestro organismo y marca
desde el nacimiento el tipo de alimentación que
mejor nos conviene. Fruto de esta teoría nace
la llamada dieta del grupo sanguíneo.
Su
impulsor fue el Doctor Peter J. D´Adamo quien
a principios de la década de los ochenta descubrió
que todos los grupos sanguíneos humanos no surgieron
a la vez, sino que unos lo hicieron antes que otros.
Así,
la variedad que hoy existe es fruto de los cambios en
las actividades, los hábitos y las costumbres
del hombre, en su adaptación al entorno a lo
largo de la historia y en cómo, resultado de
todo lo anterior, fue modificándose su alimentación.
De
esta forma el grupo O sería el primero en aparecer,
le seguiría el grupo A, luego el B y finalmente
el AB.
Los
primeros pobladores humanos del planeta, básicamente
cazadores nómadas, pertenecerían al primer
grupo. En el momento en el que se descubre la agricultura
y surgen los asentamientos de carácter permanente,
aparecen humanos del grupo A, y cuando el hombre evoluciona
y se dedica a la cría del ganado, alimentándose
de su leche, nace el grupo B. La suma de estos dos últimos
da lugar al grupo AB, el más moderno y también
uno de los menos habituales entre los seres humanos
de hoy en día.
El
grupo sanguíneo tiene una importante función
inmunológica dentro del organismo y de ahí
que, indirectamente, seleccionar los alimentos para
nuestra dieta que no se adecuen a éste pueda
afectar a nuestro sistema de defensas.
Todos
los alimentos tienen proteínas más o menos
completas, algunas de las cuales tendrían un
efecto destructor sobre esas defensas, si no son compatibles
con las características de las mismas. Por eso,
según esta dieta, hay que adecuar el consumo
de alimentos al grupo sanguíneo.
Siguiendo
la lógica de esta teoría, las personas
O están predispuestas a asimilar bien la carne
y los pescados y también toleran bien las frutas
y las verduras. En el campo de los productos más
perjudiciales estarían los granos y los cereales.
Por el contrario, el grupo A, tiene en cereales y granos,
y por supuesto en los vegetales, sus mejores aliados.
Respecto
a los alimentos animales es mejor que tome pescados
y evite las carnes.
El
grupo B tolera los lácteos en general y no le
perjudica tomar carnes y pescados, aunque debe eludir
el consumo de granos. Finalmente el grupo AB, al ser
el más evolucionado y fruto de todos los anteriores,
puede permitirse una dieta más variada, no abusando
nunca de las carnes.
Como
se puede ver algunos de los alimentos restringidos,
menos en los grupos que les son propios, son los cereales.
Esto se debe a que son causa de un buen número
de intolerancias alimentarias precisamente por las características
de su composición proteica
y su capacidad destructora de las células del
organismo.
Aunque
la dieta del grupo sanguíneo puede ser eficaz
y no tiene nada de perjudicial si se realiza con cuidado
y sin olvidar consumir de vez en cuando todo tipo de
alimentos, existen dudas sobre su base y, especialmente,
sobre su desarrollo científico y las conclusiones
que se derivan del mismo.
La
dieta del grupo sanguíneo
La dieta 'come bien para tu tipo' se basa en la premisa
de que, según nuestro grupo sanguíneo,
hay ciertos alimentos que son mejor tolerados que otros.
Y que si seguimos regularmente una dieta que nuestro
organismo no asimila bien, esto provocaría algunas
enfermedades o problemas: desde una obesidad hasta un
cáncer.
¿En
qué consiste la dieta?
El autor, Meter J. Adamo opina que al seguir sus recomendaciones,
aparte de perder peso, reduciremos el riesgo de contraer
diabetes, enfermedades coronarias, del hígado
e, incluso, cáncer.
Adicionalmente, el autor explica que cada grupo sanguíneo
surgió en diferentes épocas de la evolución
del hombre. Por ejemplo, que la tipo 0 es la más
antigua y que sus ancestros fueron "cazadores y
recolectores solitarios". El grupo A fueron los
"cultivadores sociables", el tipo B los "fortachones
sensibles", y por último el grupo AB, al
haber surgido recientemente, serían los "híbridos
modernos".
¿Qué
se come en cada grupo sanguíneo?
Dependiendo de si eres 0, A, B o AB, dejarías
de comer ciertos alimentos y te concentrarías
en los que no te engordan.
Ejemplos de alimentos que te "engordarían"
según tu grupo sanguíneo:
· Grupo 0: evitar el maíz, alimentos
a base de trigo, lentejas y zanahorias. Comer todo tipo
de alimentos provenientes de los animales (carnes rojas,
pescado, huevos, leche) y muy pocos carbohidratos.
· Grupo A: evitar las carnes (todo tipo),
lácteos, y trigo. Seguir una dieta vegetariana.
· Grupo B: evitar el maíz, trigo
y legumbres. Comer abundantemente carnes rojas y pescado.
· Grupo AB: evitar las carnes rojas,
maíz, trigo y plátanos. Escoger alimentos
tanto del grupo A como del B.
¿Qué
hay de cierto en esta dieta?
La dieta presenta una serie de conceptos inmunológicos,
nutricionales y filosóficos tan entretejidos
y enredados que evidencian que el autor sabe mucho al
respecto.
Sin embargo, no existe ningún estudio científico
respetable que compruebe la teoría de la dieta.
Si uno leyera simplemente algo de un libro de fisiología,
nutrición o biología, no encontraría
nada que relacione a los grupos sanguíneos con
recomendaciones alimenticias.
La dieta se pone un tanto peligrosa cuando se dan recomendaciones
sin saber y sin evaluar el estado de salud de la persona.
Es decir, si alguien tiene deficiencias proteicas, de
vitamina B12 y/o vitamina D, y da la casualidad de que
su grupo sanguíneo es A -en el que se recomienda
una dieta prácticamente vegetariana- esta dieta
podría aún más acentuar sus deficiencias.
Es sabido que el probar nuevas dietas nos encanta, y
si lo hacemos por pocos días no nos trae mayores
problemas de salud. Sin embargo, no debemos olvidarnos
de que adelgazar no es cuestión de seguir la
dieta de moda, sino de cambiar múltiples aspectos
de nuestra vida como la alimentación y la actividad
física. |