Beber
y comer son comportamientos asociados que se repiten habitualmente,
y más todavía en ocasiones festivas. Y entre
los excesos que más habitualmente se comete en torno
a la mesa, destaca el abuso de bebidas alcohólicas.
Si bien un consumo moderado o esporádico de bebidas
como cerveza, vino o licores no entraña riesgo para
la salud, cuando la cantidad es alta y el consumo frecuente
puede intoxicar gravemente al organismo. No en vano el alcohol
es, junto con el tabaco, la sustancia que más problemas
de salud ocasiona a la población de entre 15 y 65 años.
Metabolismo del alcohol
La tolerancia
al alcohol varía de una persona a otra, depende de
la capacidad enzimática del hígado en efectuar
esa degradación. Generalmente la mujer es más
sensible al alcohol que el hombre. La capacidad del hígado
de degradar el alcohol puro se limita a 7,5 gramos por hora.
Mientras que el alcohol no es metabolizado circula dentro
de la sangre. Además, su efecto diurético contribuye
a la intoxicación del organismo. Hace falta una hora
para que el organismo degrade el alcohol presente en un vaso
de cerveza (17,5 cl), en medio vaso de vino (6 cl) o en un
tercio de vaso de aperitivo (4 cl) tipo anís. El alcohol
se diluye más o menos rápidamente en la sangre
en función del estado de plenitud del estómago
y de la presencia de grasas dentro de la comida. Es decir,
beber un vaso de bebida alcohólica en ayunas hace "efecto"
de inmediato, mientras que con el estómago lleno ocurre
lo contrario. Y cuanto más elevada es la graduación
del alcohol, más rápidamente pasa a la sangre
circulante.
Alcohol y alimentos
Alcohol
e hidratos de carbono. El consumo de alcohol puede
provocar una hipoglucemia (nivel de azúcar por debajo
de lo normal), particularmente entre los más vulnerables,
como jóvenes y personas diabéticas, si no se
acompaña de alimentos sólidos carbohidratos
(pan, arroz, galletas...).
Alcohol
y grasas. En las personas con predisposición
genética a hipertrigliceridemia, se puede observar
tasas de triglicéridos muy altas incluso con ingestas
moderadas de alcohol. Los triglicéridos se normalizan
después de 2 a 3 semanas de abstinencia.
El alcohol aporta 7 calorías por gramo, pero son calorías
vacías no válidas como energía para los
músculos
Alcohol
y vitaminas. El estado vitamínico de las personas
es indiscutiblemente perturbado en el alcohólico crónico.
Vitamina B1: El alcoholismo es la causa principal de la carencia
de tiamina, que cursa con trastornos neurológicos.
Vitamina B6: Su carencia contribuye a la aparición
de problemas psíquicos y neurológicos.
Vitamina A: En caso de intoxicación aguda puede perturbar
los mecanismos de adaptación a la oscuridad.
Vitamina D: En el alcohólico crónico se presencia
una bajada de la vitamina D circulante favoreciendo la aparición
de osteoporosis.
Alcohol
y agua. La intoxicación alcohólica
aguda provoca el aumento de la producción de orina
(efecto diurético), que el organismo compensa sobreestimulando
el "centro de la sed". Así, para calmar la
sed se acaba bebiendo más, con lo que se cae en un
círculo vicioso.
Alcohol y calorías. El valor calórico
de una bebida alcohólica depende directamente de su
grado de alcohol. El alcohol aporta 7 Kcal por gramo, pero
esta fuente de energía que no es utilizable para el
trabajo muscular, pues se trata de calorías vacías
(desprovistas de nutrientes). Además, el alcohol consume
grandes cantidades de vitaminas del grupo B para su degradación
y sitúa al organismo al borde del estado de deficiencia,
por lo que un consumo elevado de bebidas alcohólicas
desequilibra la alimentación.
Ración
diaria
El organismo tolera sin problema un consumo
moderado de alcohol. Por consumo moderado se entiende el consumo
habitual de 10 a 30 gramos de alcohol al día. Dado
que las mujeres metabolizan el alcohol más lentamente
que los hombres y que, como media, su volumen corporal es
menor, el límite del consumo moderado en las mujeres
es de 20 gramos al día. Una ingesta de 20-30 gramos
de alcohol corresponde aproximadamente a de 2 ó 3 bebidas
alcohólicas, sea una cerveza de 330 mililitros, un
vaso de vino de 80-100 mililitros o la cantidad habitual en
una copa de bebidas espirituosas (anís, coñac,
etc.).
El consumo moderado de alcohol igualmente
aumenta el riesgo de obesidad, hipertensión arterial,
hipertrigliceridemia, enfermedades hepáticas, pancreatitis,
gastritis, cáncer orofaríngeo, de esófago
y de estómago, y en otro orden, el riesgo de sufrir
accidentes de tráfico y similares.
¿Cómo
conocer la cantidad de alcohol que hemos consumido?
El alcohol, llamado etanol o alcohol etílico,
se encuentra en distintos porcentajes en cada tipo de bebida:
del 0,9 al 5% en las cervezas; del 10 al 12% en los vinos
naturales y del 40 al 50% en licores destilados. Tiene una
densidad de 0,8. Esto significa que 1 centímetro cúbico
de alcohol pesa 0,8 gramos. La siguiente fórmula nos
proporciona en gramos la cantidad consumida de alcohol en
función del volumen ingerido y del grado alcohólico:
Ejemplo: 1/4 de litro de vino (25 cl) de 11º proporciona:
(11 x 0,8 x 25) / 10 = 22 g de alcohol puro.
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Vaso
de vino tinto |
5
g (15 cl) |
Vaso
de vino blanco |
12
g (15 cl) |
Cerveza |
9
g (25 cl) |
Whisky |
16
g (5 cl) |
Licor |
8
g (5 cl) |
Brandy |
15
g (5 cl) |
Aguardiente |
17
g (5 cl) |
Botella
de sidra: |
30
g (75 cl) |
Copa
de Vermouth |
21
g (15 cl) |
Ginebra |
16
g (5 cl) |
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