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Alergia es una
reacción o respuesta inapropiada del organismo
ante una substancia (alergeno) que es bien tolerada
por el resto de individuos. |
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En
el caso de la alergia alimentaria, el alergeno es un alimento
con el que normalmente entramos en contacto por ingestión,
pero que puede también causar síntomas por contacto
o por inhalación.
Hay
que diferenciar claramente, la alergia a alimentos de otros problemas
de reacciones adversas a alimentos de causa tóxica, infecciosa,
intolerancia o de otros mecanismos inmunológicos no alérgicos.
Los
ejemplos más conocidos de problemas con alimentos y que
no son por causa alérgica, son la intolerancia a la lactosa
(muy común en nuestro país y que produce diarrea
tras ingesta de lactosa)
y la enfermedad celiaca, en la que los pacientes presentan cuadros
clínicos digestivos tras la ingesta de gluten y en la que
hay un mecanismo inmunológico pero no alérgico.
Nuestro
organismo crea anticuerpos defensivos contra virus, bacterias,
etc. En las personas alérgicas se produce un anticuerpo
la IgE (Inmunoglobulina E) dirigido contra el producto que actúa
como alergeno. La unión entre el alergeno y la IgE desencadena
la reacción alérgica con repercusiones clínicas
que pueden ser muy variables.
Frecuencia
de Aparición
Es
importante señalar que el diagnóstico de la alergia
a alimentos no es estático sino evolutivo, y que la tolerancia
o sensibilización a los alimentos puede ir variando en
el mismo paciente. Por tanto
es difícil establecer porcentajes al respecto.
Considerando
entre la población infantil un periodo de edad del primero
a los seis años, la prevalencia de la alergia alimentaria
se cree que está entre el 7-8%, con un 11% adicional que
presentaría
únicamente síntomas menores. Durante el primer año,
la incidencia de este tipo de enfermedades es de un 8%, y en un
tema tan concreto como es la sensibilización a proteínas
de leche de vaca, los resultados oscilan entre el 1,8 y el 7%
según la edad.
No
debemos olvidar que la alergia a alimentos no es exclusiva del
niño pequeño y puede aparecer a cualquier edad.
En adultos la incidencia es de un 2%.
¿Cuales
son las Manifestaciones Clínicas de la Alergia a Alimentos?
Los
síntomas de la alergia a alimentos pueden ser desde leves
hasta muy graves y pueden afectar a varios niveles:
Las
manifestaciones clínicas suelen aparecer entre los primeros
minutos y las pocas horas tras haber entrado en contacto con el
alimento. Raramente se producen reacciones tardías, quizás
una
excepción a esta cronología sea la Dermatitis Atópica
producida o agravada por alimentos.
Los
síntomas pueden ser muy variables, oscilando entre un ligero
picor en boca, que desaparece espontáneamente (síndrome
oral) a cuadros graves que precisan ingreso hospitalario. Pueden
afectar
a varios sistemas orgánicos:
Síntomas
cutáneos: los más frecuentes y afortunadamente
los menos graves, aunque pueden ser los más llamativos.
Puede aparecer urticaria, enrojecimiento generalizado de la piel
edema (hinchazón de labios y párpados y dermatitis
atópica.
Síntomas
Gastrointestinales: vómitos, diarreas y rechazo
del alimento.
Síntomas
Respiratorios: Los estornudos en salva, con mucosidad
clara abundante (como agua) y congestión nasal, es el síntoma
más frecuente. Son más graves y afortunadamente
más raras, la afectación de vías respiratorias
bajas (asma). Quizá la situación más peligrosa
es la que produce cuando el niño comienza con alteraciones
de la voz y dificultad para tragar junto con dificultad a la entrada
de aire en la garganta (edema de glotis).
Reacción
anafiláctica: Es una afectación multisistemica
con afectación cutánea, respiratoria y alteración
hemodináca. Si la afectación respiratoria y hemodinámica
es importante puede llegar
a provocar un cuadro de SHOCK ANAFILACTICO, que es un cuadro grave
que necesita atención urgente inmediata.
Si
no se actúa rápidamente las reacciones anafilácticas
severas pueden ser fatales. La mayoría de las reacciones
anafilácticas se producen, en pacientes que están
diagnosticados con anterioridad, cuando se desconoce que un determinado
producto contiene el alimento sensibilizante, bien por falta de
conocimiento del paciente, bien por no estar claramente especificado
en el etiquetado del producto, o bien por descuido o equivocación.
Diagnóstico
Todo
niño en el que el pediatra sospeche una posible alergia
a alimentos por padecer una sintomatología con alguna o
algunas de las manifestaciones clínicas antes mencionadas,
debería ser enviado al especialista en alergia para su
diagnóstico. Allí se le realizarían los pertinentes
métodos diagnósticos, historia clínica, test
cutáneos, rast y pruebas de provocación controladas,
para confirmar o descartar la alergia a alimentos.
¿Cual
es el Tratamiento de la Alergia a Alimentos?
En
la alergia a alimentos, lo más frecuente es que con el
curso del tiempo se produzca una tolerancia. Pero existen casos
en que la sensibilización puede persistir toda la vida.
En estos casos el único tratamiento probado y eficaz, en
estos momentos, es la estricta eliminación del alimento
implicado de la dieta.
Por
ello debe instruirse adecuadamente a las personas encargadas de
manipular los alimentos acerca de la necesidad de leer cuidadosamente
e interpretar correctamente las etiquetas de los alimentos envasados
y reconocer los ingredientes que debe evitar, así como
proporcionales una buena educación nutricional capaz de
sustituir los alimentos alergénicos por otros.
Como
podemos observar, los alimentos más alergénicos
son los más básicos en la dieta de cualquier niño
:
En
España, en niños alérgicos menores de cinco
años, el porcentaje mayor corresponde a leche (34%) y huevo
(35%), seguido de pescado (11%), fruta fresca (8%), frutos secos
(6%) y legumbres (6%).
Problematica
Social
Los
alérgicos a alimentos y sus familiares, se enfrentan con
una serie de problemas derivados, sobre todo, de la poca información
y del desconocimiento del tema.
La
Asociación Española de Padres y Niños con
Alergia a Alimentos pretende con sus programas formar e informar
de la repercusión social del problema y dictar las pautas
generales para mejorar la calidad de vida de las personas afectadas.
La
primera toma de contacto con la enfermedad suele aparecer en los
niños de manera muy brusca:
El
bebé se sensibiliza con la primera toma de biberón,
dada generalmente en las maternidades, pasando este hecho inadvertido
por los padres, posteriormente, si el niño continúa
de manera normal con la lactancia materna, no será hasta
la toma del segundo biberón cuando aparezcan los síntomas
de la enfermedad. En numerosos casos, la ingesta de esta segunda
toma produce una reacción de anafilaxia, temiendo incluso
por la vida del bebé; en otros casos pueden aparecer otro
tipo de síntomas, diarreas, vómitos, dermatitis,
asma, etc., lo que puede retrasar un diagnóstico correcto.
Todo
esto sucede en el caso de la alergia a leche de vaca, si la alergia
es a otros alimentos, su descubrimiento se hace de manera similar,
cuando se come el alimento implicado.
Es
primordial que el pediatra detecte estos síntomas y sepa
interpretarlos correctamente, tomando las medidas oportunas para
descartar una alergia alimenticia o derivando el problema hacia
los
especialistas. Nos encontramos con numerosos casos de niños
mal diagnosticados de base y sin tratamientos correctos.
Una vez diagnosticada la alergia a alimentos comienza nuestra
gran batalla por la supervivencia. Los padres, desorientados completamente,
nos enfrentamos a la búsqueda de alimentos capaces de sustituir
a los alergénicos, porque se nos plantean importantes dudas
acerca de su nutrición, si mi hijo no puede comer leche,
¿donde encuentro ese aporte de calcio?.
No
existen productos específicos para alérgicos a alimentos,
(salvo la leche especial para lactantes), esto nos lleva al peligro
de dar a los niños alimentos que contengan algún
ingrediente nocivo para su
salud. Además los fabricantes, dada la actual normativa
sobre etiquetado que permite la utilización de ingredientes
compuestos, sin la obligatoriedad de aclarar su contenido, pueden
incluir en la fabricación de sus productos, por ejemplo,
derivados lácteos, o huevo sin declararlo. Nos encontramos
con numerosos productos manufacturados que utilizan derivados
o aditivos que contienen alimentos que pueden ser desencadenantes
de reacciones alérgicas.
El problema particular de esta patología es que el abanico
de alergias es muy amplio, desde cereales, frutas, legumbres o
frutos secos, hasta leche, huevos y pescado. En definitiva se
ve afectada toda la pirámide alimentaria.
Además,
debemos recordar que las reacciones alérgicas no sólo
se producen con la ingesta del alimento, sino también por
inhalación o contacto,. También es importante saber
que no existe relación entre la cantidad ingerida y la
reacción alérgica, una pequeña cantidad,
puede en ocasiones producir una reacción más grave
que una gran cantidad.
Todo lo relatado influye en el comportamiento de los padres, (pues
los propios enfermos suelen ser demasiado pequeños para
tomar conciencia de ello). Uno de los primeros sentimientos que
tenemos
es el de absoluta soledad, no existe conocimiento social del problema
y nos enfrentamos a tener que luchar solos ante él, la
existencia de ayudas por parte de la Administración es
muy escasa, o casi nula, no existen listas de alimentos, productos
e ingredientes que supuestamente son causantes de reacciones alérgicas,
y somos los padres los que tenemos que asumir esta tarea de búsqueda.
Esto conduce por una parte, a la eliminación de la dieta
de muchos productos ante el temor de una reacción alérgica
y por otra, a la superprotección del niño.
Inmediatamente después aparece en los padres el problema
del aislamiento, no existe comprensión ante las limitaciones
que conlleva, no sólo por la elección de los alimentos
adecuados, sino por su manipulación; incluso a los miembros
de la misma familia (abuelos , tíos) les cuesta creer las
graves consecuencias que puede tener el que el niño tenga
contacto con los alimentos alergénicos. El niño
no puede comer fuera de casa: colegio, cumpleaños, salidas
extra-escolares, etc, por temor al riesgo permanente de sufrir
un episodio grave.
La gente que nos rodea no comprende el alcance real del problema,
se muestran incrédulos y dudan de nosotros, algunos allegados
piensan que es ñoñería del niño o
de los padres y que no come un determinado alimento porque no
le gusta. Los padres, por no dar continuamente explicaciones,
callamos y muchas veces cometemos el error nosotros mismos de
la marginación de nuestros hijos, se deja de salir con
amigos o familiares que no entienden la situación. Aparecen
sensaciones de culpabilidad y de no saber como actuar. Por otro
lado al niño, aunque suele ser muy responsable, le apetece
comer cosas que no puede, quizás por envidia de sus hermanos
y amigos y no sabemos como prohibirlo, eso puede generar un sentimiento
de pena y compasión por parte de los padres ante las limitaciones
que tiene ese hijo con respecto a los demás.
Paralelamente aparece la tensión en el seno de la familia,
los niños con alergia a alimentos suelen sufrir numerosos
ingresos hospitalarios, provocados generalmente por las crisis
asmáticas que padecen, las reacciones alérgicas
y los episodios agudos de dermatitis atópica. Los padres
faltamos al trabajo para atender a nuestros hijos, esto unido
a la falta de confianza en la persona que dejamos al cuidado del
hijo, nos conduce a que muchas madres dejemos de trabajar definitivamente.
Por
otro lado, el cuidado de estos niños puede tener repercusiones
económicas, los productos tanto
de alimentación, como de higiene, suelen ser mucho más
caros y en numerosos casos no los cubre la Seguridad Social.
A toda esta problemática social debemos añadir las
dificultades que sufrimos cuando el niño se debe incorporar
al colegio, cuestión que se intenta retrasar lo más
posible. La escuela de educación infantil
es el primer ámbito, fuera de su casa, en el que se tiene
que desenvolver el niño. Aquí aparece de nuevo el
miedo, la angustia y el aislamiento.
Nos cuesta trabajo encontrar escuelas que cubran nuestras necesidades,
muchas veces nos vemos obligados a elegir centros que en algunos
casos no son los más adecuados a nuestras ideologías,
centros a los que nos gustaría llevar a nuestros hijos
si no tuvieran esta problemática.
La
lejanía es lo que más nos condiciona la elección
del colegio por tener que utilizar obligatoriamente el servicio
de comedor. Entonces optamos por otros centros más cercanos,
anteponiendo la salud de nuestros hijos a nuestras preferencias.
Nosotros los padres, alertamos al máximo a los profesores,
pero estos no tienen información acerca del problema, solamente
nuestras referencias e indicaciones, las cuales, a veces, no muestran
una visión objetiva, porque están planteadas reflejando
nuestros propios temores. Los profesores normalmente, se enfrentan
con miedo a las reacciones que pudieran tener los niños
y muchas veces esa sensación de desconocimiento les hace
optar porque el niño no intervenga en determinadas actividades.
El
niño no debe comer nada que le ofrezcan otros niños
y debe estar constantemente bajo la vigilancia del profesor, tampoco
debe comer nada por iniciativa del profesor, solamente la comida
que le han enviado o autorizado los padres.
El niño además, se puede sentir aislado por sus
propios compañeros con los cuales no puede compartir golosinas,
ni dulces en fiestas infantiles, esto a los mayores nos puede
parecer una simpleza, pero a un niño de esta edad el no
intervenir en estas fiestas y juegos, le afecta bastante.
Tampoco
puede ir a excursiones escolares, visitas a granjas escuela y
todas las salidas en las cuales se coma fuera, o siempre que lo
haga habrá de ser bajo estrecha vigilancia y llevándose
su propia comida.
El niño, generalmente, no puede comer en el comedor escolar
porque en muchas escuelas, no se hacen responsables de prepararle
su comida especial, por otro lado, el personal de cocinas no sabe
como manipular ni preparar estos alimentos, ni está informado
acerca de los distintos ingredientes y denominaciones alergénicas
que llevan los productos.
Es
aconsejable que el niño lleve su propia comida de casa,
y los comedores escolares deberían aceptarlo y no poner
obstáculos que dificultan aun más la problemática
de los padres. A muchos de los niños que optan por comer
en el comedor escolar, se les sientan en mesas aparte, separados
y aislados de sus compañeros por temor nuevamente, a que
se produzca una reacción alérgica.
Aunque el problema sea mayoritariamente de niños, no debemos
olvidar a los adultos, los cuales también se verán
afectados, cuando al incorporarse a la vida laboral, tengan que
comer fuera de casa, los comedores de empresa tampoco se responsabilizan
de sus dietas.
De igual forma no podrá comer en restaurantes y tendrá
muy condicionado los viajes y vacaciones.
Los
enfermos de alergia a alimentos suelen sufrir numerosos ingresos
hospitalarios provocados generalmente por las crisis asmáticas
que padecen. En los hospitales, el personal de cocina tampoco
está informado acerca de los distintos ingredientes que
llevan los productos, y aunque se indica claramente en las cabeceras
de las camas de los enfermos y en los informes, que esa persona
no debe consumir ciertos productos, se ofrece al enfermo, y en
numerosas ocasiones, productos que contienen ingredientes que
pueden ser desencadenantes de alergias, por ejemplo, y sobre casos
reales, se desconoce que un gran número de embutidos contienen
caseinatos, derivados de leche y estos alimentos se ofrecen al
enfermo, lo que puede agravar o desencadenar una nueva crisis.
Consideramos muy importante esta concienciación al personal
sanitario.
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